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VIAJE POR EL PAÍS DE LOS CÁTAROS
Santiago Brines Aparisi

Durante la primera semana de agosto del año 2001 nos decidimos a realizar un viaje por el sur de Francia, llamado también el País de los Cátaros, en Occitania. La idea surgió tras haber consultado varias revistas de difusión de historia (recomendamos el número 20 de la revista Historia y Vida) y algunas de las muchas páginas web que hay relacionadas con la herejía cátara y todo lo que a este movimiento religioso medieval rodea.
Sin embargo, la principal razón que nos llevó a realizar este viaje fue la pasión (a veces roza lo obsesivo) que uno siente por el mundo medieval y especialmente por una de las manifestaciones arquitectónicas de esta época: las fortalezas. Todo aquel que disfrute con la naturaleza, con la historia y con los castillos tiene una visita obligada a los Cinco Hijos de Carcasonne (Aguilar, Quéribus, Peyrapertuse, Puylarens y Termes). No obstante, aquel visitante que desee descubrir esta zona sin "vibrar" con todo esto, le recomendamos encarecidamente hacer un enorme esfuerzo de imaginación, pues el estado de alguno de los castillos es ruinoso y se puede uno llevar a engaño: deberá imaginarse a los caballeros entrando a caballo por las puertas de las murallas, a los cruzados asediando la fortaleza al mando de Simón de Monfort o los sitiadores con sus catapultas intentando conquistar el Castillo de Montségur para después quemar a todos los cátaros allí refugiados. Así, a la vuelta de su viaje no contestaría a todos aquellos que le pregunten por lo que vio con el tópico de "hemos visto... montones de piedras".
A pesar de esta recomendación, el atractivo del País Cátaro no solamente reside en sus fortalezas, algunas de ellas colgadas del cielo, sino que tiene innumerables puntos de interés artístico-cultural, de los cuales daremos algunas referencias más adelante. Otro consejo que realizaríamos para una visita a esta zona es el de estar como mínimo siete días, pues hay muchísimo que ver, visitar y admirar. Caso de no tener mucho tiempo habrá que ser muy selectivo e ir directos al grano.


1. Ingreso a la fortaleza.

2. Vista del foso.

3. Vista general de la fortaleza de Salses.
La fortaleza de Salses

La primera sorpresa que nos encontramos nada más pasar la frontera por La Junquera fue la fortaleza de Salses, cerca de la localidad de Perpignan, la cual no conocíamos; pero dada su espectacularidad decidimos visitar.
Levantada en plena revolución de la arquitectura militar del siglo XV, ésta espectacular fortaleza fue construida por los españoles, hay que recordar que en aquella época el Rosellón pertenecía a la Corona de Aragón, para defender la Frontera con Francia.
La fortaleza de Salses tiene torres y muros típicos ya de la arquitectura defensiva moderna construyéndose a ras del suelo (foto 3). El foso, entonces cubierto de agua y hoy seco, es de enormes proporciones. Bajo él existen unos pasadizos que comunican las torres defensivas (foto 2).
Los castillos de Cabaret-Lastours

A unos treinta kilómetros al norte de la población de Carcasonne nos encontramos con el impresionante conjunto de los Castillos de Cabaret, en la pequeña localidad de Lastours (foto 4).
Este castillo está realmente formado por cuatro castillos: Cabaret, Flor D'Espina, Torre Regina y Quertinheux. Presiden un impresionante macizo rocoso. En la localidad existe un Centro de Interpretación que es digno de visitar. A la fortificación se accede tras una subida sin excesiva dureza y la visita del conjunto puede tener una duración aproximada de unos noventa minutos.

4. Vista de los castillos de Cabaret-Lastours..
La nobleza de la zona comulgaba con las ideas de la nueva religión, llegando a ser asediada en sus propios castillos, de los cuales Cabaret, Flor D'Espina y Querthinueux ya existían en fechas anteriores a la Cruzada según testifican las excavaciones que se vienen realizando durante los últimos años. Su rendición final se produjo en 1229.
Tras la Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII, los castillos fueron abandonados y utilizados como cantera hasta las primeras restauraciones, acaecidas a lo largo del siglo XX, en cuyos principios, concretamente en 1905 fueron protegidos gracias a su declaración como Monumentos Históricos.

5. Vista de los dos recintos murados de Carcasonne.
La ciudad medieval de Carcasonne

Parece que hay vestigios de población de la colina sobre la que se asienta la ciudad anterior a la ocupación romana. Las invasiones bárbaras hicieron que la localidad se fortificara en el siglo III después de Cristo, cayendo dos siglos después en poder de los visigodos. La conquista en el VIII de la península Ibérica hasta los Pirineos permite a los sarracenos tomarla para sí, aunque no tardaron en abandonarla tras ser derrotados por Pipino el Breve. En el siglo XI, Bernardo Aton Trencavel fue nombrado vizconde de Carcasonne, construyendo el Castillo Condal en el interior de las murallas preexistentes (foto 5).
La ciudad, al ser partidaria del catarismo, también se vio envuelta en la Cruzada contra los Cátaros, cayendo en manos de los cruzados en 1209. A raíz de ello, Luis IX de Francia, San Luis, reforzó el recinto murado, y tanto Felipe el Atrevido como Felipe el Hermoso, reyes de Francia, construyeron la muralla exterior.
A raíz del Tratado de los Pirineos (1659) la ciudad perdió toda su función estratégica frente a la frontera sur del Reino, sufriendo el paso del tiempo hasta su restauración en el siglo XIX por parte de Viollet-le-Duc, Prosper Mérimée y Cros-Mayrevieille.
 

6. Muralla de Carcasonne.


7. Puerta de Aude.
La restauración le da un cierto aire decadentemente romántico, de decorado de Walt Disney. Además, es un importantísimo centro turístico, caminar entre las calles y callejones que encierran sus murallas es encontrar gente que como nosotros contemplan una ciudad con regusto medieval, donde la cultura y el arte se dan la mano con el mercadeo. La visita guiada al conocido como Castillo Condal es algo imprescindible para retrotraerse a su época de construcción.
La ciudad tiene dos recintos murados concéntricos flanqueados por torres, veinticinco el interior y trece el exterior, por encima de las cuales corre el camino de ronda. Dentro de los mencionados recintos está el llamado Castillo Condal.
Las dos puertas de ingreso de la ciudad son las llamadas Puerta de Aude (foto 6) y Puerta de La Narbonesa.

8. Vista general del castillo de Quéribus.
El castillo de Quéribus

Quizás uno de los castillos que más nos impresionó fue el de Quéribus (foto 8), a cuatro kilómetros de la localidad de Cucugnan.
Controla la zona sobre un picacho a 730 metros de altura, y desde lo alto de su torre poligonal la vista alcanza el castillo de Peyrapertusa, los Pirineos y hasta el mar.
La torre (foto 9), que parece la prolongación del pico sobre el que se asienta, alberga la sala del pilar (gótica y bellísima, era quizás la capilla de San Luis), cuya bóveda descansa sobre un único pilar que a su vez se abre en ocho nervios y cuatro cruzados de ojivas. Sus gruesos muros llegan a alcanzar los cinco metros de espesor.
Tiene tres recintos escalonados que aumentan, aún más, la protección este lugar en el que encontramos caminos de ronda, saeteras, matacanes, residencias, cisternas, chimeneas, pasillos excavados en la roca, etc. En fin, toda una satisfacción para los amantes de las fortalezas y las aventuras medievales.
Como muchos castillos de esta zona, se perdió su interés estratégico con la Paz de los Pirineos entre Francia y España firmada en el añ 1659.

9. Torre poligonal.
El castillo de Puilarens

La situación del castillo, dominando el valle desde la cima del enclave rocoso, el Mont Ardu, le da una sensación total de ser inexpugnable (foto 10). Pasó a dominio Real quizás antes de la caída de Quéribus, en el año 1255, y fruto del Tratado de Corbeil, junto con los otros castillos que forman los Cinco Hijos de Carcasonna, fue remodelado y reforzado. No obstante, las fortificaciones actualmente visibles son posteriores a dicho tratado.

10. Vista general del castillo de Puilarens.

11. Saeteras.
La principal defensa del castillo se realiza mediante una relativamente dura subida en zigzag, protegida mediante muros.
Una vez atravesamos la puerta principal, entramos en una sala de pequeñas dimensiones, cuyas paredes están agujereadas casi en su totalidad por dos niveles de saeteras (foto 11).
En la zona sureste es donde los restos están en peor estado. No obstante, al noroeste nos encontramos con la entrada a la torre del Homenaje, la torre de la Dama Blanca (en donde se conserva el conducto portavoz para comunicar los distintos niveles de la torre), el matacán con las letrinas, otro grupo de saeteras que defienden una zona muy definida de la subida a la entrada principal y, finalmente, la torre del Homenaje.
Fue sobre el año 1250 cuando el castillo pasó a dominio Real y, a pesar de que algunos de sus elementos están en estado ruinoso, recomendamos su visita.
El castillo de Peyrapertusa

Esta fortificación esté encaramada en lo alto de una cresta rocosa a unos 800 metros de altura, dando sensación de fortaleza natural. Desde él se divisa el castillo de Quéribus. Tiene 300 metros de largo y en algunas zonas 70 de anchura: parece un barco sobre una roca (foto 12).
La parte baja del castillo es la más primitiva, y para acceder al castillo alto, o castillo de San Jordi (foto 13), hay que subir por una escalera tallada en la roca (cuidado con los días de viento al subir, ya que puede ser peligroso). Quedan restos de la iglesia de Santa María, una cisterna, una capilla en el castillo de San Jordi y varios edificios y muros.
Tras haber servido como refugio a algunos grupos de cátaros, fue sitiado y rendido en 1240, pasando, como los anteriores, a dominio Real y a formar parte de la línea defensiva con España. También como los anteriores, perdió su utilidad en 1659 con la ya mencionada Paz de los Pirineos.

12. Vista del castillo de Peyrapertusa.

13. Castillo de San Jordi.

14. Vista general del castillo de Arques.


15. Torre del Homenaje.
El castillo de Arques

Su construcción finalizó en el 1316. Se trata de un castillo, a diferencia de la mayoría de los anteriormente descritos, situado en un valle, no encaramado en lo alto de un pico rocoso. Tiene una planta cuadrangular (foto 14), en el centro de la cual se encuentra la torre del Homenaje, muy elegante y bastante bien conservada.
La torre del Homenaje (foto 15) está flanqueada por cuatro torrecillas de vigía, de las cuales una tiene una escalera de caracol de acceso a las plantas superiores. Tiene tres pisos, dos de ellos con bóvedas de ojivas y chimeneas.
El castillo fue declarado Monumento Nacional en 1887. Recomendamos la visita del museo sito en la casa natal de Déodat Roché (1877-1978), historiador del catarismo y fundador de la Sociedad del recuerdo y de estudios cátaros. El museo es muy interesante desde el punto de vista de la historia de la herejía cátara y de la historia medieval en general.
Otros lugares de interés

Abadía de Caunes-Minervois
Pequeña abadía en una acogedora localidad al norte de Carcasonne. Su relativamente mal estado de conservación se debe a los estragos sufridos por las guerras de religión de la Francia del siglo XVI y a la Revolución Francesa. No obstante, a pesar del mal estado de conservación, la gente del pueblo ha aprovechado bien los pocos medios de que disponen para su organización.
Molino de papel de Brousses
A unos veinte kilómetros de Carcasonne hay un molino, en medio de un bosque precioso, donde fabrican papel de manera artesanal. Se puede hacer la visita guiada y observar maquinaria centenaria de fabricación de papel. También se puede comprar recuerdos fabricados, evidentemente, con papel reciclado y reutilizado allí mismo.
Abadía Benedictina de San Hilario
Se encuentra a mitad de camino entre Carcasonne y Limoux. Visitar las bodegas, cuna de la Blanqueta de Limoux (el vino espumoso más antiguo del mundo, según cuentan), el claustro del siglo XIV con sus arcadas ojivales, el sarcófago del siglo XII obra del Maestro de Cabestany, y el curiosísimo tablero de ajedrez grabado en la roca en la galería este.
Ciudad medieval de Alet les Bains
Al sur de Limoux, se encuentra esta ciudad de vacaciones y de centros termales. La abadía, del siglo IX, está en ruinas, pero son unas ruinas preciosas. En verano hacen conciertos de música medieval.
Ciudad medieval de Lagrasse
Sita al sureste de Carcasonne, conviene recorrer y visitar esta ciudad medieval. Tiene un mercado del siglo XIV precioso, y vale la pena visitar la abadía. Todavía conserva algunos restos de murallas y torreones.
Gargantas de Galamus
Son un desfiladero que recuerda algo a la Ruta del Cares de Asturias, pero mucho más corta. Es espectacular, se puede pasar con el coche, pero no vale la pena. Si se hace algo de ejercicio, se puede ver con más tranquilidad y saborearla así mejor.
Ciudad medieval de Mirepiox
Vale la pena callejear un poco por esta villa medieval muy cerca de la villa de Foix. La plaza central es muy bonita, con unas curiosas esculturas de madera en las casas.
Abadía de San Papol
Muy cerca de la localidad de Castelnaudary. Es románica pero conserva restos anteriores (capiteles prerrománicos y modillones del Mestre de Cabestany del siglo XII. Hay una sencilla exposición de piezas de arte románico.
Abadía de Fontfroide
De todas las abadías visitadas, la mejor conservada (quizás por ser la más turística), es la abadía cisterciense de Fontfroide, cerca ya de Narbona. La sala capitular es del siglo XII.
Textos y fotografías:
© Santiago Brines Aparisi, 2002
Diseño web:
© E. Martínez de Dios, 2002
Español
© E.M.D.,
1999-2002
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